Fuck!Virgins. | Confirmación Élite.

FUCK!VIRGINS

No hay sitio al que huir. Él está en todas partes. En todas.

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¿Cómo queréis que empiece? ¿Por dónde comienzo a relatar? Hay tantas cosas que decir, que desvelar, que se me traba la lengua. Al igual que se me eriza el vello de la nuca pensando en esas... sucias. Porque son sucias, por mucho que su nombre dicte lo contrario. Se llaman The virgins. Y merecen morir. ¡Morir! Qué asco les tengo. Aunque, bueno, le tengo asco a casi todo el mundo. ¿Por qué tuvieron que venir a meter las narices? ¿Por qué? Tenía todo bajo control. Así que se merecen lo que les hago. En realidad, todos se lo merecen. ¡Degenerados, hipócritas y embusteros! Ellos se lo han buscado. Luego me llaman déspota. ¡Déspota, a mí! Con todo lo que hacen, dicen, piensan, ellos solitos me llaman en silencio. Alguien tenía que aparecer a poner orden. Venga, no pueden decir que estaban mejor sin mí. Porque, la verdad, les estoy beneficiando. ¡Si parecen unidos y todo!

Empezó, empezó... ¿cuándo empezó? Ah, sí. Hace unos años. Casi una década. Rose City no tenía muchos habitantes, pero eran los suficientes como para que ya hubiera algún conflicto. Y, entre insultos y golpes, formaron siete grupos. Oh, sí, qué originales y amenazantes fueron al llamarse como los siete pecados capitales. Lujuria, ira, avaricia, pereza, gula, soberbia y envidia. Por favor, todos sabíamos cómo iba a terminar aquello. ¡En catástrofe! Pero, la verdad, duraron más de lo que pensé. ¿Que qué ocurrió después de su nombramiento? Lo que se esperaba. Tiempo más tarde, una conspiración salió a la luz. Cuatro grupos contra tres. ¡Eran menos! Y era injusto. Pero, ¿qué más les daba? La pereza, la gula y la soberbia perecieron. Jó, qué penita. Me reí a su costa. Vaya que si me reí. Verlos destrozados, ¡já! Qué gozada. Y fueron cuatro los que quisieron reinar. Ingenuos. Aquí solo reino yo. Pero eso es otro tema.

¿Queréis más? Oh, claro que queréis más. Veréis. Aquello no terminó así. Todos sabíamos que algo iba a pasar. Y ni yo pude esperármelo. Esos cuatro grupos, lujuria, ira, avaricia y envidia; se llevaban extrañamente bien. Bueno, en realidad, solo se llevaban. Tenían una especie de... tregua no escrita. Y tuvieron que llegar esas sucias a estropearlo todo. Nació otro grupo, otra banda, otra secta. Aquellas cuatro idiotas que se creían superiores, que se carcomían entre los miembros de la envidia haciendo honor a su nombre, aquellas tontas e ingenuas que querían reinar, se seccionaron. Se seccionaron a grito reivindicativo, creyendo que reclamando libertad y calma en Rose City lograrían ser líderes. Y, joder, sí. Lo consiguieron. ¡Malditas todas! The virgins se llamaron. ¿Por qué? No porque fueran vírgenes, oh, no. Para nada, a aquellas sucias se les veía el plumero de lejos. O parece que solo yo se lo vi. Eran de las que se subían la falda con un chaquido de dedos, y osaron llamarse así. Hipócritas. Declararon ir en contra de las bandas, querer una ciudad para todos, desear la destrucción de grupos distintivos que separasen a los habitantes. Decían ser todo lo contrario a aquellos pecados. Pero, en realidad, eran todos los pecados juntos. Los siete, fundidos en un solo grupo. ¡Qué asco les tuve en aquel momento! Y qué asco les tengo ahora. ¿No lo veis? Son todo fachada. Algunos de The virgins saben lo que hay debajo de la piel de esas idiotas. En cambio, otros, se creen todo lo que parlotean, y entran en su juego. ¡Lo único que quieren es reinar sobre los pecados! Pero no pueden. No saben. Solo yo puedo, solo yo sé. ¡Los mataré, si siguen así los mataré! A todos, a todos y cada uno de los que se opongan a mi poder.

De acuerdo, sí. Me relajo. Mi historia no ha terminado. No, no ha terminado. Empecé con amenazas, llamadas de atención. Quien avisa no es traidor. Y es que no soy un traidor. No lo soy. ¡Soy un liberador, soy un rey de espada complaciente! Soy todo lo que queréis, tenéis y deseáis. Soy... Soy Rose City. Soy vosotros. ¿O vosotros sois yo? JAJAJAJA. Soy aquel, soy ese, soy tú, ¡tú, tú y tú! Me conocéis, me veis todos los días. Y, aún así, miráis recelosos a vuestro mejor amigo, a vuestro padre, a vuestra novia. ¿No os mareáis? ¡Es divertido, es muy divertido! Sigamos con esta juerga, ¿queréis? Porque aún queda mucha fiesta por delante. Ya veréis. Decidle a vuestra madre que la queréis, meted a los niños bajo la cama. Acabaréis alabándome de rodillas. Sí, claro que sí.

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